El multimillonario siempre gana by J. S. Scott

El multimillonario siempre gana by J. S. Scott

autor:J. S. Scott [Scott, J. S.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 14

—No puedo creerme que mi hija se haya casado. Déjame ver el anillo.

Kristin se estremeció al entrar en casa de sus padres acompañada de su marido. Su madre estaba junto a su padre, muy erguida y con las manos apoyadas en el andador.

Julian saludó con un gesto de la cabeza al padre.

—Hola, Dale. Me alegra verte de nuevo. —Se estrecharon la mano y Julian besó a la madre de Kristin en la mejilla—. Estás tan guapa como siempre, Cindy. Ya sé de quién ha heredado Kristin su belleza.

Cuando los cuatro se dirigieron al comedor, Kristin sintió náuseas.

Escuchó a Julian mientras este le explicaba a su madre, con su voz más dulce, que había preferido esperar para que Kristin eligiera el anillo de sus sueños.

Kristin había pasado la noche medio en vela, en la habitación de invitados de Julian, la misma donde había pasado el fin de semana mientras cuidaba de él. Y lo cierto es que se sorprendió cuando él le dio un beso muy dulce y la dejó irse a la cama. No obstante, apenas concilió el sueño.

Kristin se sentó junto a su madre en el sofá, le rodeó sus frágiles hombros con un brazo y comprobó que no temblaba tanto como otros días y que era capaz de mantenerse bastante firme con el andador.

—Me siento culpable por irme —le dijo a su madre con sinceridad mientras Julian y su padre hablaban bulliciosamente en el otro extremo de la sala.

Su madre la miró sorprendida.

—¿Por qué? No me estoy muriendo. Lo único que me pasa es que no puedo caminar derecha.

—Nunca os he dejado solos mucho tiempo…

—No, y ya va siendo hora de que lo hagas, hija —le dijo Cindy Moore a su hija de manera tajante—. Ya has renunciado a bastantes cosas a lo largo de tu vida por nosotros. Ahora que has encontrado a Julian, él debería ser tu prioridad.

—A veces puede ser muy pesado —confesó Kristin sin pensárselo.

Su madre se rio entre dientes.

—Todos los hombres son iguales, cielo. Pero algunos son un poco peores que otros. Tu padre está todo el rato pendiente de mí, como si fuera una niña. Olvida que la cabeza me funciona perfectamente, que lo único que me pasa es que no siempre puedo expresarme bien.

De vez en cuando le costaba pronunciar bien, sobre todo cuando estaba cansada. Kristin dirigió la mirada hacia su padre y vio un destello especial en los ojos de su madre.

—Porque te quiere —le dijo ella.

—Ya lo sé —admitió Cindy—. Y yo también a él. Pero eso no significa que no discutamos.

Kristin tragó saliva mientras miraba a su padre, un hombre pelirrojo grande y fuerte que siempre había estado al lado de su mujer durante todos esos años. Podía ser muy tozudo y orgulloso, pero parecía menos estresado ahora que había personal competente al frente del Shamrock.

—Tiene buena cara.

—Gracias a tu marido —dijo Cindy con un deje burlón—. Has elegido muy bien, cielo. No lo dejes escapar. Me alegro de que lo tuvieras tan claro y te hayas casado con él a la primera oportunidad.



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